No tengo ni el más mínimo deseo de estar aquí en cuerpo menos en alma. Pero dejaré de existir sólo cuando Dios quiera, mientras tanto tengo que seguir.
Directamente te escribo, quizá nunca lo leas o quizá sí.
Te escucho, te leo y llego a la misma conclusión. Siempre dijiste lo mismo, "que te lo advirtieron"...hasta el final lo repetiste, y cada vez que lo pienso se me derrumba el mundo. ¿Cómo haber compartido tanto tiempo con alguien que sólo recordaba el concepto de otros sobre mi? ¿Cómo haber creído constantemente que realmente me conocías y sentías lo que conocías de mi? ¿Cómo ibas a admirar algo de mi, si es muy probable que hayas estado convencido que lo que veías era falso? ¡Cómo diablos vivimos así!
La verdad es que no tengo ni palabras, se me ha ido todo. Tengo una nebulosa en mi cabeza y realmente no sé que hacer, pero tengo que hacer algo. Yo sé que muy dentro sabes quien soy (prefiero creer eso).
Dios te bendiga.
